por
Rafael Echeverría
Miente, di que no he muerto, susúrrame al oído el romántico epitafio que haz de colocar sobre mi última morada, llena de flores blancas mi lecho de muerte, recuéstate sobre el suave pasto que me cubre e imprégname de calor acariciando con suavidad la tierra que recae sobre mi frígido ataúd, recuerda mi cabello uno por uno e imagina que nos sujetamos fuertemente mientras recuerdas aquel beso que te hizo temblar, disfruta de mi delicado aroma por última vez, ahora déjame descansar entre las suaves telas que me envuelven y seca tus lágrimas al salir del lugar, despídete de mí como si hubiera un mañana y por favor querido, nunca más retornes a mi oscuro hogar, que yo prometo amarte por siempre si tú prometes olvidarme por el mismo plazo de tiempo.
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FFFFirst
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